El reciente anuncio del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles del 200% a los vinos, champanes y otras bebidas alcohólicas provenientes de la Unión Europea (UE) plantea un desafío de gran magnitud para el sector vitivinícola de las Islas Canarias. Este posible incremento, que forma parte de una escalada en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y la UE, podría poner en grave riesgo la sostenibilidad de un sector ya de por sí bastante afectado, por las continuas malas cosechas y problemas en el sector.
Contexto de la medida
El anuncio de los aranceles por parte de Donald Trump responde a la decisión de la UE de imponer un arancel del 50% al whisky estadounidense, como contramedida frente a tarifas previamente establecidas por Estados Unidos sobre productos europeos como el acero y el aluminio. Según Trump, este ajuste fiscal busca proteger al sector vitivinícola estadounidense, en la práctica, representa una barrera comercial severa para los productores europeos, incluidos los canarios.
La posición del vino canario en el mercado estadounidense
El sector vitivinícola canario ha experimentado en los últimos años una moderada consolidación en mercados internacionales, con Estados Unidos como uno de los destinos clave. Actualmente, la nuestras DO exportan más de 150.000 botellas anuales a este país, lo que equivale a una facturación de aproximadamente 1,5 millones de euros. Estas exportaciones no solo generan ingresos importantes, sino que también fortalecen la posición de los vinos canarios en un mercado altamente competitivo.
Sin embargo, las posibles nuevas tarifas supondrían un cambio drástico. Según Juan Jesús Méndez, presidente de la Asociación de Viticultores y Bodegueros de Canarias (AVIBO), una subida al 200% de los aranceles haría que las exportaciones a Estados Unidos se tornaran inviables. Esta situación sería devastadora para las bodegas locales, muchas de las cuales dependen en gran medida de este mercado.
Retos adicionales y consecuencias económicas
El sector vitivinícola de las Islas ya enfrenta retos estructurales, como altos costes de producción y una capacidad limitada de economías de escala en comparación con otras regiones vitivinícolas. Este nuevo desafío agravaría dichas limitaciones, afectando negativamente a la competitividad de los vinos canarios.
El impacto no se limitaría exclusivamente a la exportación. También tendría repercusiones en las comunidades agrícolas de las Islas Canarias, donde la viticultura es una actividad económica y cultural central. La pérdida de ingresos por exportación podría traducirse en reducción de empleos y en una menor actividad comercial.
Perspectivas y posibles acciones
A pesar de lo alarmante de esta situación, cabe destacar que los aranceles aún no han sido implementados y, por el momento, permanecen en el terreno de la amenaza. No obstante, el precedente de las tarifas del 25% aplicadas durante un mandato previo de Donald Trump subraya la seriedad con la que el sector debe abordar este anuncio.
Ante este contexto de incertidumbre, resulta fundamental que los viticultores, bodegueros y autoridades canarias colaboren en la búsqueda de estrategias de mitigación. Entre estas acciones podrían incluirse la diversificación de mercados, el fortalecimiento de la promoción en otros países no sujetos a estas restricciones y fomento del comercio interior.

